Enfermera de vocación, Mónica Amarelle es la encargada de coordinar esta área de la clínica. Para ella la empatía, la comunicación, la atención al detalle y la perseverancia son las cualidades que valora más necesarias para ejercer esta profesión. Confiesa que el trato directo con los pacientes le reporta una gran satisfacción personal ya que le permite ayudarles en el momento que más lo necesitan y pone en valor la responsabilidad que entraña su profesión, siendo imprescindible prestar especial vigilancia, cuidado y esmero en cada labor del día a día para lograr que todo funcione a la perfección. Reconocida con el “premio a la mejor profesional” del Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla”, este premio la incentiva a seguir realizando su trabajo de la mejor manera posible para continuar aportando su granito de arena al futuro de la clínica, a la que considera su segunda familia.
Recuerda en qué momento supo que quería dedicarse profesionalmente a la enfermería? ¿Es vocacional?
Desde niña y durante muchos años, estaba convencida de que mi verdadera vocación era veterinaria, pero lo cierto es que las matemáticas y yo nunca nos entendimos demasiado bien, y esto me empujó a optar por las letras puras al llegar al Bachillerato.
Cuando finalmente concluí mis estudios de Instituto, fui consciente de que no había tomado una buena decisión, puesto que no me sentía atraída por las carreras de esa rama, y fue entonces cuando decidí comenzar un ciclo de formación profesional de segundo grado, como técnico especialista en anatomía patológica.
Durante esos años, descubrí una gran curiosidad por el mundo de las ciencias, donde mi principal meta fue prepararme concienzudamente para conseguir una buena nota, y tener opción a entrar en la carrera de enfermería. Afortunadamente así fue, y por fin pude acceder a la carrera que tiempo después me demostró que la enfermería era mi verdadera vocación.
¿Qué cualidades diría que son necesarias para ejercer esta profesión?
Ante todo empatía. Creo que es fundamental ponerse siempre en la piel del paciente, y poder entender sus miedos, dudas, inquietudes, en resumen todo lo que le pueda preocupar y lo ha llevado hasta nosotros. Considero que nadie va a una clínica o a un hospital por placer, sino porque existe algún motivo relacionado con su salud que le obliga a ello, por eso creo que es muy importante ser compasivos y tratar al prójimo como a uno mismo le gustaría que lo tratasen, y más especialmente en un trabajo como el nuestro, donde siempre debe primar el bienestar y la comodidad del paciente.
Además de la empatía, opino que una cualidad imprescindible es ser un buen comunicador/a, ya que resulta realmente importante mantener informado al paciente de cada paso que vamos a dar con respecto a su tratamiento, la explicación de una prueba diagnóstica o de las sensaciones, sonidos, etc. que puede percibir cuando se encuentre en el quirófano. Todo ello se traducirá en un vínculo de confianza y tranquilidad, que también es muy importante para nosotros a la hora de hacer bien nuestro trabajo.
Una cualidad que no puede faltar nunca es la atención en cada detalle, en cada procedimiento. El trabajo de un enfermero requiere una gran responsabilidad, y es por ello que debe prestar especial vigilancia, cuidado y esmero en cada labor del día a día.
La perseverancia es un valor clave en un enfermero, puesto que cada día vamos a conocer a nuevos pacientes, con diferentes patologías y debemos estar siempre dispuestos a ofrecer lo mejor de nosotros mismos para lograr nuestro principal objetivo: mejorar su calidad de vida.
Durante mucho tiempo la enfermería ha sido considerada una profesión ‘femenina’. ¿Cuál es la realidad hoy en día?
La enfermería profesional nace con Florence Nightingale y se asocia al trabajo de la mujer, cuya formación inicial era impartida por monjas, por lo que rehusaba pensar la consideración de hombres. En Chile en los años sesenta, la carrera de Enfermería era exclusiva para mujeres. Este suceso se ha hecho sentir quitándole mérito y reconocimiento a la profesión, por lo que el ingreso masculino ha sido concebido como un hecho muy positivo.
Personalmente he tenido la oportunidad de trabajar con enfermeros mientras ejercí en el ámbito hospitalario, y debo decir que ha sido un verdadero placer compartir con ellos funciones propias de nuestra profesión. Además puedo garantizar que su competencia e implicación en el trabajo es merecedora del mismo reconocimiento que siempre se ha atribuido a las enfermeras.
¿Qué le reporta el trato directo con el paciente?
Pura satisfacción personal. El hecho de poder ayudar a un paciente en un momento determinado con sólo sentarse a su lado unos minutos y escuchar lo que le preocupa, es una función básica en la profesión de un enfermero.
Por eso cada vez que esto sucede, me invade un sentimiento de paz interior que alimenta todavía más esa empatía, y una vez más me reafirmo en la importancia de esa conexión: enfermero-paciente, pues a veces un poco de consuelo y unas palabras de aliento ayudan tanto o más que cualquier medicina.
Usted es la coordinadora del área de enfermería de la clínica, ¿qué opinión le merece el trabajo que desempeña su Unidad dentro de la estructura organizativa del Instituto?
El trabajo de enfermería en nuestro Instituto se centra en tres pilares básicos: pruebas diagnósticas en consulta, ensayos clínicos y área quirúrgica, aunque nuestra labor también va dirigida a la realización de pruebas para diagnóstico electrofisiológico, elaboración de colirios, sueros autólogos, preparación para angiografías con contraste, administración de tratamientos intravenosos en el área de HDD (Hospital de Día) y realización de preoperatorios.
El trabajo de enfermería en el Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla es muy diverso y requiere del máximo esfuerzo por parte del equipo para mantener las tareas al día y lograr que todo funcione a la perfección. En este momento, puedo presumir de formar parte, junto a mis compañeras, del engranaje perfecto para dar potencia al motor de la clínica, ya que además de buenas personas, son excelentes enfermeras, trabajadoras, disciplinadas y muy comprometidas con su profesión. Es fácil y bonito trabajar con ellas.
Además de en este área, también trabaja en la Unidad de Ensayos Clínicos. ¿Cómo valora la investigación que se realiza en el Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla sobre nuevos fármacos y tratamientos? ¿Cuál es su mayor deseo en este campo?
Se podría afirmar que la unidad de ensayos clínicos es “el corazón” de la clínica, o al menos supone una pieza clave en él. En un ensayo clínico pretendemos evaluar un nuevo fármaco o sustancia, que aplicada en nuestros pacientes nos pueda ofrecer una valoración precisa de su eficacia y seguridad, luchando así contra la pérdida de visión.
El trabajo en un ensayo clínico, es un proceso largo y laborioso, pues requiere mucho tiempo para poder llevar al día especialmente la recogida de datos de cada paciente en las correspondientes plataformas electrónicas.
En este momento en la clínica tenemos en funcionamiento ocho ensayos clínicos a nivel internacional y un noveno a punto de comenzar, dirigidos a tratar entre otros el edema macular diabético, la degeneración de mácula, el edema macular secundario a oclusión de la rama venosa retiniana, e incluso uno de ellos destinado a comparar la eficacia del fármaco de estudio con otro ya comercializado, en pacientes diagnosticados de glaucoma o hipertensión ocular.
Esta unidad sumada al trabajo restante que compete a enfermería, podemos decir que es la que más dedicación requiere por parte de todo el grupo. Me siento muy afortunada de poder colaborar con el prestigioso equipo de investigación científica del Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla, pues supone un aprendizaje continuo que sin duda contribuye a una formación si cabe más enriquecedora de mi profesión.
Actualmente, somos pioneros en la investigación de fármacos contra la ceguera por DMAE seca (Degeneración de mácula asociada a la edad), y ése es mi mayor deseo en este campo: conseguir evitar la tan temida ceguera.
El pasado año le fue otorgado el “premio a la mejor profesional” del Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla, premio que votan todos sus compañeros de la clínica. ¿Qué supone para usted este reconocimiento interno?
Sinceramente me sorprendió muchísimo porque en la clínica somos un gran equipo formado por excelentes profesionales. Cualquiera de mis compañeros son merecedores de este premio, pero he de decir que el hecho de que finalmente hubieran pensando en mi para otorgarlo, ha supuesto un enorme orgullo, y desde luego ha servido para incrementar mis deseos de seguir realizando mi trabajo de la mejor manera posible y continuar añadiendo mi granito de arena en el futuro del Instituto. Formamos un gran equipo y pasamos muchas horas juntos, por lo que no me cabe duda de que la clínica siempre será mi segunda familia.