ENFERMEDAD DE COATS: EL DESCONOCIDO ENEMIGO DE LA VISTA

La enfermedad de Coats es una enfermedad de la retina que se origina por el desarrollo anormal de vasos que la irrigan. Debido a esta alteración de los vasos sanguíneos, se forman una especie de pequeños hilos llamados telangiectasias que son visibles mediante la exploración del ojo. Como consecuencia, la retina no oxigena y, de manera progresiva, si no logra frenarse a tiempo, se produce una pérdida de capacidad visual importante, ceguera unilateral e incluso, en casos más extremos, la pérdida misma del ojo.

Cómo progresa esta enfermedad

El progreso de la enfermedad es lento, por lo que las primeras fases es probable que pase desapercibida, especialmente entre los más pequeños, a los que les es difícil darse cuenta o manifestar que han perdido visión. Sin embargo, hay un pequeño ‘truco’ para detectar la enfermedad antes de que se manifiesten síntomas más graves, y es localizar signos de leucocoria, señal que está presente también en otras enfermedades oculares. Esta leucocoria se manifiesta en las fotografías cuando tiene lugar el ‘efecto ojos rojos’. Si se produce este efecto, pero notamos que en un ojo la pupila sale roja y en el otro blanca, puede ser un signo de leucocoria.

Cómo se trata

Aunque todavía no tiene cura, se puede llegar a frenar la enfermedad hasta en el 75% de los casos, especialmente si se detecta en estadios tempranos. El tipo de tratamiento dependerá precisamente del estadio en el que sea localizada la enfermedad. Así, por ejemplo, las fases 1 y 2 se pueden tratar con láser y crioterapia con el objetivo de cerrar los vasos anómalos. En fases más avanzadas, con desprendimiento de retina o glaocuma, se puede operar y hacer una exudación de la retina y retirar el líquido responsable de la presión ocular.

También en estadios más avanzados, se pueden usar antiangiogénicos (inyección de inhibidores del VEGF) para paliar el crecimiento de vasos sanguíneos, reducir los exudados y fluidos subretinianos, o realizar una vitrectomía.