“HOY EN DÍA RESULTA INCONCEBIBLE PRESTAR UNA ATENCIÓN OFTALMOLÓGICA INTEGRAL Y DE CALIDAD SIN UNIDADES ESPECIALIZADAS POR PATOLOGÍAS”

De ideas fijas, eligió Medicina como única alternativa para su formación profesional y oftalmología porque quería una especialidad que fuese resolutiva para poder ofrecer opciones que curasen a los pacientes. Gallega hasta la médula, tal y como se confiesa, regresó a Galicia tras su estancia académica en Madrid porque siempre tuvo claro que quería ejercer en su tierra, como forma de devolver algo a su gente tras haberse formado fuera. Para ella son importantes las experiencias fuera de la zona de confort para seguir creciendo como profesional y una buena comunicación con el paciente para alcanzar objetivos comunes. Lo que mejor la define: tratar de disfrutar con lo que sea que esté haciendo en cada momento porque es importante no esperar a que pase la tormenta sino aprender a bailar bajo la lluvia. Así es la doctora Laura Porrúa, especialista en Cirugía Refractiva, Córnea y Cristalino del Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla, y así lo cuenta en esta entrevista en clave personal.  

 

Usted se formó en oftalmología en Madrid, en el Hospital Ramón y Cajal. Sin embargo, apostó por volver a Galicia para ejercer su profesión. ¿Qué le motivó a hacerlo?

Me encantó mi experiencia en Madrid, en un centro de referencia como es el Ramón y Cajal, pues me ha regalado maestros y amigos que siguen siendo y serán siempre una parte muy importante en mi vida. Pero la verdad es que soy gallega hasta la médula, de hecho el primer día que llegué a Madrid le dije al jefe de servicio que mi intención era volver a Galicia al terminar la residencia, y aquí estoy. Aunque desde pequeña he viajado mucho, la tierra para un gallego está constantemente presente, y siempre supe que quería desarrollar mi futuro en Galicia. Para mí es también una manera de devolver algo a mi gente tras haberme formado fuera.

Y si no hubiera entrado en oftalmología, ¿qué le hubiese gustado hacer?

Yo soy una persona de ideas fijas. Cuando tuve que elegir la carrera después de hacer la selectividad solo me inscribí en medicina, no me importaba si no tenía la nota suficiente, estaba dispuesta a repetirla si era necesario. A veces lo más importante es identificar qué es lo que no te gusta, y eso lo tenía claro. Afortunadamente accedí a la primera.

Pues con la oftalmología fue similar, decidí que quería hacer una especialidad médico-quirúrgica y que fuese resolutiva, pues quería poder ofrecer opciones que curasen a los pacientes, no solo tratamientos que cronificasen la enfermedad. Me informé, me dejé recomendar y pronto tuve claro que la mejor opción era la oftalmología, y dentro de ella la cirugía refractiva y oculoplástica.

En un mundo paralelo en el que no fuese oftalmóloga quizás ni siquiera fuera médico, si no astronauta o monitora de yoga en una playa en Costa Rica, quién sabe… Estoy segura de que, aunque a veces no lo sepamos, todos tenemos varios caminos completamente distintos que nos pueden hacer felices.

¿Cómo surgió la oportunidad de trabajar en el Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla? ¿Qué opinión le merece formar parte de una clínica como ésta, organizada por unidades especializadas?

Al profesor Francisco Gómez-Ulla lo conocía desde la carrera, porque la estudié aquí en Santiago, pero al final, como tantas cosas en la vida ocurren por pequeñas casualidades. Yo me rompí el fémur esquiando cuando estaba justo finalizando la especialidad, por lo que me volví a Galicia recién operada y sin poder caminar durante seis meses. Afortunadamente, gracias a eso me surgió esta oportunidad fantástica de la mano del profesor para trabajar en una clínica de tremendo prestigio como es el Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla.

Hoy en día resulta inconcebible prestar una atención oftalmológica de calidad si no se tienen unidades especializadas por patologías, pues esto permite que cada miembro se pueda enfocar en su pequeño campo y de esta manera poder ofrecerle al paciente un servicio integral y de calidad. Pero además de la excelencia formativa y profesional, lo que desborda en el Instituto es el valor humano de mis compañeros, que hacen que el día a día suponga un orgullo y un placer.

Estando ya en el Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla realizó una estancia en el departamento de córnea de APEC Hospital de la Ceguera en México DF. ¿Cómo se presentó esta posibilidad y qué le aportó esta nueva experiencia internacional en el tratamiento de esta patología?

Las experiencias fuera de la zona de confort son algo tremendamente importante en mi opinión, por ese motivo nunca he dejado de embarcarme en ellas, de una manera además muy variopinta. Como estudiante de medicina me fui a Chile a estudiar mi último año de carrera, como residente fui de voluntariado a Kenia y estando ya en el Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla, la dirección del centro me ofreció la oportunidad de realizar esta estancia en el hospital de La Asociación Para Evitar la Ceguera en Ciudad de México. Se trata de un hospital inmenso destinado únicamente a patología oftalmológica, lo cual resulta impensable en nuestro entorno, tanto por el volumen de población que atiende como por las características y la variedad de la patología. En un centro así se trata en un mes más patología que en nuestro medio en un año, lo cual es una oportunidad única a nivel formativo, pues le permite a una absorber conocimientos y manejo como una esponja.

Usted es una de las cirujanas que realiza cirugías de miopía, hipermetropía y astigmatismo en la clínica. Para ello está utilizando una nueva tecnología láser que acaba de ser incorporada recientemente por el Centro. ¿Está contenta con su rendimiento? ¿Qué ventajas ofrece frente a otras versiones anteriores que puede haber en el mercado?

En el Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla estamos utilizando uno de los mejores láseres que existen actualmente en el mercado, que permite tratar la miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia. Se trata de un equipo de última generación que ha superado en todos los aspectos a la generación previa de láseres excimer.

Sus ventajas principales residen en la seguridad, la velocidad del tratamiento y la gran precisión que alcanza, lo cual aporta una mayor tranquilidad como cirujana y un mayor confort para los pacientes. Gracias a ello estamos teniendo unos resultados excelentes en la corrección de estos problemas refractivos, con un alto grado de satisfacción tanto por parte de los pacientes como por la nuestra.

¿A su juicio qué es lo más importante a la hora de valorar si un paciente es apto para realizar una intervención de cirugía refractiva?

Algo muy importante en mi opinión, que a veces no se valora lo suficiente, es una buena comunicación pues, en ocasiones, el paciente y el cirujano no tenemos lo mismo en mente y es preciso que los objetivos a alcanzar sean los mismos por las dos partes. Por eso, ante un paciente que está valorando una intervención quirúrgica de cualquier tipo lo primero que hago es tratar de entender qué es lo que busca para valorar qué es lo que puedo ofrecerle.

Lógicamente es imprescindible un examen oftalmológico exhaustivo por parte de un médico especialista, con una serie de pruebas complementarias para el caso concreto de la cirugía refractiva, que valoro siempre de manera muy minuciosa, pues es una de las cirugías más individualizadas que existen.

También se encarga de tratar la patología de ojo seco con un nuevo equipo incorporado también recientemente en la clínica.  ¿Qué acogida ha tenido esta nueva tecnología entre los pacientes? ¿Están satisfechos con los resultados obtenidos?

Hemos incorporado recientemente a la clínica un novedoso equipo de luz pulsada para el tratamiento del ojo seco y la blefaritis que está teniendo una acogida fantástica entre los pacientes. Se trata de un equipo que activa el funcionamiento de las glándulas de meibomio, que se alojan en el borde de los párpados y son las responsables del contenido graso que ha de presentar la lágrima.

El tratamiento con luz pulsada intensa nos permite optimizar la composición y la calidad de la película lagrimal y, por tanto, mejorar la calidad de vida de los pacientes con ojo seco y blefaritis de una manera cómoda, efectiva y duradera.

¿Cuál es su mayor hobbie? ¿Cómo se definiría?

Esta es la pregunta más difícil, me veo incapaz de elegir uno… Me encanta viajar, cuanto más exótico sea el destino mejor, aunque es verdad que valoro poder vivir cerca de mi gente. Soy una apasionada del deporte, habitualmente boxeo y en vacaciones me gusta hacer trekking, pero me animo a probar casi todos los deportes que se me presenten. En el día a día por ejemplo, no concibo un día sin música (enfermería ya se sabe de memoria mis listas de reproducción de quirófano), y no sé estar una semana sin leer un libro.

En realidad, creo que lo que mejor me definiría es que trato de disfrutar con lo que sea que esté haciendo en cada momento. Una frase que me gusta mucho es que no debemos esperar a que pase la tormenta si no aprender a bailar bajo la lluvia.