Se debe a la melanina y el sol. La cantidad y distribución de melanina en el iris son las que determinan el color de los ojos, siendo estos más claros cuanto menor sea la concentración de este pigmento. La exposición al sol hace no sólo que se broncee la piel sino también que se aclare un poco el color de los ojos respecto a su tonalidad original. Se desaconseja mirar directamente al sol para lograr este efecto ya que puede producir daños irreparables, resultando imprescindible emplear gafas de sol para proteger los ojos de los rayos UV.
Aunque este cambio de color en los ojos suele ser habitual en verano y no resulta perjudicial para la salud visual, existen otras causas que pueden alterar también su tonalidad como algunos tipos de inflamaciones oculares, traumatismos en los ojos o en la cabeza o enfermedades visuales como algunos tipos de glaucoma, la uveítis heterocromática de Fuchs, el síndrome de Horner o la heteronomía adquirida, por citar algunas.